“Dios mío, yo creo, adoro, espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman.”
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente y os ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo, presente en todos los sagrarios de la tierra, en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que El mismo es ofendido. Y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón Inmaculado de María, os pido la conversión de los pobres pecadores”.
La Hermana Lucia cuenta en la 4ª Memoria, que Nuestra Señora, en la aparición del 13 de julio de 1917, les recomendó:
“Sacrificaos por los pecadores, y decid muchas veces, en especial cuando hagáis algún sacrificio: Oh Jesús, es por vuestro amor, por la conversión de los pecadores y en reparación por los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de Maria.”
En la misma aparición, Nuestra Señora volvió a insistir:
“Cuando recéis el rosario decid, al final de cada misterio: ¡Oh Jesús mío, perdónanos, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas especialmente a las más necesitadas!
Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, a vuestro Corazón Inmaculado nos consagramos, en acto de entrega total al Señor.
Por Vos seremos llevados a Cristo, y por Él y con Él seremos llevados a Dios Padre.
Caminaremos a la luz de la fe, y haremos todo para que el mundo crea que Jesucristo es el Enviado del Padre.
Con Él queremos llevar el Amor y la Salvación hasta los confines del mundo.
Bajo la maternal protección de vuestro Corazón Inmaculado, seremos un solo pueblo con Cristo. Seremos testimonio de su Resurrección. Por Él seremos llevados al padre, para gloria de la Santísima Trinidad, a quien adoramos, alabamos y bendecimos. Amen.